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Apnea e inseguridad vial

La apnea del sueño es una enfermedad muy frecuente y una fuente constante de problemas sanitarios y repercusiones económicas. Los problemas derivados de la mala calidad de sueño originan innumerables situaciones de siniestralidad vial, accidentalidad laboral y percances domésticos; ya que la mayoría de los pacientes cursan somnolencia en su cuadro clínico con niveles inhabilitadotes para la conducción. Según la DGT, hasta un 20% de los accidentes están relacionados con la somnolencia, equiparándose al alcohol y al exceso de velocidad como factores directamente relacionados con la siniestralidad en carretera.

La apnea del sueño significa un factor de riesgo mayor que  otras complicaciones relacionadas con un aumento de accidentes como los defectos visuales o auditivos, las enfermedades neurológicas, el alcoholismo, el consumo de drogas o los trastornos mentales. El consumo de alcohol y la apnea del sueño como desencadenantes, explican la mayor parte de los accidentes en los que interviene el factor humano. La mala calidad de sueño está detrás de las modificaciones de conducta, irritabilidad, trastornos cognitivos, disminución de la función motora y reducción de las capacidades sensoriales y tiene como resultado directo una disminución de las habilidades perceptivas y una reducción de la atención.

Los expertos alertan sobre los peligros de dormir mal y sobre la combinación del mal sueño con la conducción que puede ser letal. Asimismo, los accidentes de tráfico relacionados con la somnolencia suelen revestir mayor gravedad. En este tipo de siniestros se suele repetir un patrón estándar, interviene la velocidad excesiva, generalmente son choques frontales a gran velocidad, sin maniobras de evitación ni frenada previa, sin capacidad de reacción por parte de los conductores que habitualmente viajan solos. La mala calidad de sueño provoca una pérdida de atención que se ve incrementada en autopistas y carreteras de recorridos monótonos. Los siniestros suelen producirse durante la madrugada y a primera hora de la tarde coincidiendo con los mayores picos de tendencia al sueño, de 00:00 a 06:00 de la noche y de 14:00 a 17:00 (después de comer).

Es importante concienciar a los conductores ocasionales o profesionales que la apnea del sueño es una enfermedad grave relacionada con los accidentes de tráfico para la que existen tratamientos eficaces. Se calcula que se podrían evitar 500 accidentes al año alertando a los conductores de la importancia de un buen descanso nocturno. Esta campaña de concienciación orquestada desde todos los agentes públicos y privados es la mejor defensa para frenar la mortalidad en carretera asociada al SAHS. En 2009, el lema que presidió el Día Mundial del Sueño rezaba “conduce despierto, llega a salvo.” Las recomendaciones de las campañas para erradicar la conducción bajo los efectos de la somnolencia, insisten en educar a los conductores para que detecten los síntomas de una conducción afecta por el sueño, inquietud, movimientos continuos, bostezos, dificultad en la percepción de las distancias y desplazamientos laterales del coche. Reconocer estas actitudes al volante les alertará de la peligrosidad ante un inminente percance.

Esta sintomatología se puede ir agudizando tras años de enfermedad sin tratamiento en conductas irritables, bajo rendimiento laboral, pérdida de atención, desinterés por los ámbitos laborales y personales, descenso de la libido lo que favorece estados vulnerables que incrementan las posibilidades de verse involucrado en un accidente laboral o siniestro de tráfico.

Ante la sospecha de apnea del sueño hay que tomar precauciones, fundamentalmente en el caso de los conductores profesionales con un diagnóstico precoz que es la mejor prevención. Las condiciones desencadenantes de los accidentes de tránsito, tienen muchos nexos en común, privación aguda de sueño, horarios nocturnos o jornadas de turnos variables (la conducción nocturna altera los ritmos circadianos invirtiendo el turno habitual de sueño-vigilia coincidente con día-noche), jornadas prolongadas sin descanso, ingesta de fármacos depresores, sedantes, antidepresivos o antihistamínicos.

Las estadísticas son preocupantes, las cifras de siniestralidad en número de muertos y heridos son elevadísimas atendiendo a la somnolencia como factor desencadenante. Uno de los mayores peligros a los que se enfrentan los conductores que circulan en condiciones somnolientas son los microsueños, periodos de inconsciencia de duración muy breve pero muy significativa en gravedad. Es estos episodios de “sueño despierto”, los conductores permanecen con los ojos abiertos y su conducta reproduce las condiciones de vigilia, pero la inconsciencia mínima es suficiente para provocar un siniestro al no reaccionar ante un giro o una necesidad de frenado inesperada.

Un estudio demostró que los accidentes provocados por conductores somnolientos son cuatro veces más letales que los causados por la conducción bajo los efectos del alcohol. La persona ebria reacciona con lentitud de reflejos, torpeza y falta de pericia, pero el conductor dormido, no llega a reaccionar. A pesar de lo popularizado de los riesgos del alcohol al volante, está demostrado que los accidentes por somnolencia son más graves que los provocados por la ingesta de alcohol. En pacientes literalmente dormidos ante el volante no existe reacción de frenado como respuesta automática ante una inminente colisión que podría mitigar las consecuencias del accidente. Hay estudios que equiparan 17 horas de continuada vigilia, con una reducción de las habilidades en la conducción comparables a un grado de alcoholemia de 0,05 mg/ml tasa máxima permitida por la Unión Europea. En el artículo 65 de la Ley de seguridad vial se tipifica como infracción muy grave la conducción de vehículos habiendo ingerido bebidas alcohólicas con tasas superiores a las permitidas y, en todo caso, la conducción bajo los efectos de estupefacientes, psicotrópicos y cualquier otra sustancia de efectos análogos mientras que aspectos como el síndrome de apnea y la somnolencia siguen sin estar suficientemente regulados en la legislación.

Además existe un Real Decreto que establece que no podrán obtener o renovar un permiso de conducción los conductores con síndrome de apnea obstructiva del sueño. Sobre las adaptaciones, restricciones y otras limitaciones en personas, vehículos o de circulación en permiso o licencia sujetos a condiciones restrictivas se establece que los afectados de síndrome de apneas obstructivas del sueño o de trastornos relacionados con éste, podrán obtener o prorrogar permiso o licencia con informe favorable de una unidad de sueño en el que se haga constar que están siendo sometidos a tratamiento y control de la sintomatología diurna.

Los centros de reconocimiento de conductores realizan unos 4 millones de visitas al año. Las pruebas de los exámenes psicotécnicos que realizan estos centros autorizados para certificar la idoneidad de los conductores, no incluyen cuestiones sobre el sueño. Si un paciente declara voluntariamente padecer SAHS, se le desviará a una unidad de sueño para ser evaluado y certificar si la severidad de la enfermedad constituye inhabilitación para ser titular de un permiso de conducir. En España, las listas de espera de las unidades de sueño pueden llegar a ser de hasta dos años, que el paciente debería de esperar y en el caso de los conductores profesionales, imposibilitando el desempeño de su actividad laboral y por lo tanto de su fuente de ingresos económicos y de su modo de vida. Este círculo vicioso nos encierra en un vacío legal. Los conductores más o menos responsables, obvian su dolencia, evitan declararla o incumplen el tratamiento que se les prescribe con cuyo certificado accederían al permiso o la renovación del mismo. La ley ampara al paciente en su derecho a no recibir tratamiento y los médicos tienen que respetar el derecho de confidencialidad y el secreto profesional sobre la historia clínica. La sociedad está indefensa ante conductores que obtienen sus permisos o renovaciones de los mismo sabiendo que van a desempeñar la actividad en condiciones de inseguridad. Aunque la conducción de vehículos en estas condiciones es ilegal, el marco jurídico actual no ha desarrollado suficiente normativa y jurisprudencia sobre la responsabilidad civil y las obligaciones médico-paciente. La legislación vigente es insuficiente y poco específica para abordar el problema del síndrome de apnea del sueño (SAHS) y la conducción.

Algunos países europeos han establecido normativas para erradicar el problema identificando conductores en alto riesgo, entre los que una numerosa representación la constituyen los portadores de un SAHS u otros trastornos relacionados con el sueño. Estas normativas europeas nacionales, abordan con diferencias el problema del SAHS y los trastornos del sueño en la tramitación de los permisos de circulación. La somnolencia diurna excesiva es referida en nueve de ellos, mientras que el síndrome de apnea se recoge en 10 países. Es sorprendente que en el caso de enfermedades infrecuentes como la narcolepsia (con una prevalencia estimada del 0,26%) es sistemática su consideración como factor de riesgo para la seguridad de conducción, mientras que las referencias al SAHS siguen siendo minoritarias. En virtud de estas carencias de la legislación es urgente y lícito reclamar una directiva europea sobre apnea y accidentes de tráfico. Este fue el objetivo de una reciente reunión que congregó a expertos de varios países europeos, gestionar sobre la implementación de una política europea uniforme que regule en las fronteras de la unión las implicaciones del síndrome de apnea en la conducción. En consenso, se redactaron unas recomendaciones sobre la obtención del carné de conducir europeo. Los autores de la publicación recomiendan incluir todas las enfermedades que cursen somnolencia patológica, los atestados policiales deberían considerar el sueño explícitamente como causa potencial, incorporar la educación sueño-vigilia al programa obligatorio de formación continua para conductores profesionales, incorporar a los exámenes de aptitud preguntas sobre la somnolencia al volante, ronquidos habituales y apneas durante el sueño, así como el índice de masa corporal. Los expertos alertan que incorporar políticas más precisas en la legislación mitigaría las consecuencias de los accidentes de tráfico evitables.

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