El stripping dental, o reducción interproximal, es una técnica que se realiza con cierta frecuencia en tratamientos de ortodoncia. Consiste en rebajar ligeramente el esmalte dental, sobre todo cuando hay apiñamiento leve, para crear un espacio entre los dientes que facilite su movimiento hacia una posición correcta.
También se usa para corregir esos triángulos oscuros que aparecen cuando los dientes tienen forma triangular o se ha perdido encía. Al rebajar ligeramente el esmalte, la superficie de contacto de las piezas será mayor. Finalizado el tratamiento de ortodoncia, ese antiestético hueco se habrá reducido de forma notable.
Pero no solo en ortodoncia se realiza la técnica del stripping dental. Este procedimiento también se utiliza para igualar y armonizar el tamaño de los dientes. De esta forma, además, se consigue corregir diferencias entre arcadas y mejorar la oclusión, con o sin ortodoncia.
Stripping dental: una técnica poco invasiva
Al contrario de lo que pueda parecer, esta es una técnica absolutamente indolora. Y la mejor demostración de ello es que ni siquiera es necesario aplicar anestesia local a los pacientes. En algunos casos, lo único que se siente es un ligero hormigueo al limar el esmalte, pero nunca pasa de ser una pequeña molestia.
Y tampoco los dientes sufren con este procedimiento. La cantidad de esmalte que se rebaja es mínima. Si está realizado por manos expertas, un stripping dental no significará ni mayor debilidad de la pieza ni aparición de sensibilidad en ella. Tampoco se incrementa el riesgo de caries ni se perjudica a la encía.
Además, hay que tener en cuenta que esta técnica solo se realiza cuando es estrictamente necesario y en las piezas imprescindibles. Y no es la única por la que se puede ganar espacio interproximal, existen otras muy diferentes, como la extracción de algún diente o la expansión de la arcada mediante aparatos específicos para ello.
¿Cómo se realiza esta técnica?
El stripping dental se realiza empleando tres medios diferentes, según el espacio que sea necesario conseguir:
- Tiras de pulir: es el sistema más sencillo, el que se utiliza cuando no es necesario ganar mucho espacio. Se trata de unas tiras flexibles con una capa abrasiva que se pasan de forma manual entre los dientes.
- Discos: apoyados con tecnología rotatoria, ayudan a crear algo más de espacio que con la técnica anterior. Por ello, su uso requiere de una cierta habilidad para evitar excederse en la reducción del esmalte.
- Fresas de pulido: es la técnica que permite ganar mayor espacio interproximal. Sin embargo, su uso es especialmente complejo y delicado, ya que las fresas se accionan mediante turbinas y es necesario un control muy preciso.
Sobre todo en las dos últimas técnicas, es imprescindible que sea solo un profesional experimentado quien se encargue de su realización. No hay que olvidar que el esmalte dental no se regenera, de modo que siempre se debe rebajar lo mínimo imprescindible para conseguir el objetivo deseado y no causar daños en la pieza tratada.
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