En esta ocasión contamos con una paciente muy especial, Rosa, una mujer valiente y decidida que ha enfrentado diversas dificultades relacionadas con su salud bucal y su enfermedad de Crohn. Rosa, ha pasado por un proceso de transformación dental que le ha cambiado la vida. Nos compartirá su experiencia con los implantes subperiósticos y los All-on-4, así como los desafíos que enfrentó y cómo superó sus miedos.
¿Cómo era antes tu sonrisa?
Yo llevaba fundas en los cuatro dientes de delante, de años, por un golpe que me di y se me rompieron. Iba a hacerme fotos y siempre me decían, sonríe, y yo seria. ¿Cómo iba a sonreír si me faltaba un diente? Uno era más largo y el otro era más corto. Me costaba masticar y tenía, de vez en cuando, infecciones. Me daba pánico ir al dentista porque, como tengo la enfermedad de Crohn, del hospital no salgo, que si un ingreso, que si me pinchan por aquí, que si colonoscopia por allá.
Yo cuando empecé hace 22 años con la enfermedad de Cronh, a raíz de esos años, mi boca empeoró. Ahora me ha salido que soy alérgica a todos los antibióticos, entonces yo pensaba; si ahora voy al dentista, me van dan algo que me joroba el Cronh, y entonces preferí aguantar.
Fui al oculista porque no veía bien, y me dijo; tu tienes que ir al dentista, porque todo lo de la boca perjudica, no solo a la enfermedad que tú tienes, sino que también afecta a la vista.
Mi yerno es paciente de aquí, él y toda mi familia, y me dijo: “Rosa ves a Carralero”. Yo no sabía ni quien era Carralero ni sabía nada. Y ya un día le dije a mi hija: “ya no puedo más”. Me daban miedo los implantes y todo eso, y dije pues, que me pongan una de quita y pon. Pensé, si tan bueno es ese Carralero y tan avanzado lo tiene todo, me hará una muy buena de quita y pon.
Pero cuando Miguel Ángel me explicó todo lo que me pasaba en la boca, me quedé en shock.
¿Cómo fue el día de la intervención?
Al llegar a la clínica estuve hablando con el Dr. Eugenio (maxilofacial), es un chico que te transmite paz, por su forma de hablar y por lo seguro que es.
Luego llegó la anestesista y me dijo me notaría un poquitito mareada, y yo le dije “vale, tranquila”. De repente digo, ahora me voy mareando ya, ya me noto que me voy mareando. Por detrás oía a Eugenio decir “no hables, ten la boca cerrada”. Total, que entonces reaccioné y pensé “madre mía si ya me han operado y no me he dado cuenta”.
¿Y después?
Esa noche dormí en casa de mi hija y dormí bien. Me tomé un yogurt y un paracetamol pero de dolor nada. Lo único que al día siguiente amanecí con la cara un poco hinchada, pero eso se va.
Al pasar los días, cuando ya estaba en mi casa pensé que también tenía que aprender a comer así que abrí una bolsa de papas y probé una. Sin darme cuenta ya me había comido casi toda la bolsa de papas.
¿Y la experiencia con los implantes?
Luego con los implantes fue lo mismo, no he tenido un dolor como para decir “¡¡qué dolor!!”, yo ya sabía lo que era antes el dolor y esta operación no fue nada.
¿Qué te dicen los demás al ver tu cambio?
Ahora que me ven en la calle sin mascarilla, me llaman del otro lado de la carretera y me dicen “¡Rosa! ¿Cómo vas? Pero qué boca más bonita te han dejado.” Si es que parecen mis propios dientes.
Yo animo a la gente a que venga porque, te lo juro, que más miedosa que yo no habrá nadie y con Carralero perdí todo el miedo.
Y ahora, la gente que se espabile porque he dicho la verdad; como lo siento. Porque si sintiera otra cosa yo la suelto igual, soy así.
¡Muchísimas gracias, Rosa! Por tu testimonio, por tu sinceridad y por tu gran sonrisa.