Una buena salud bucal exige un poco de esfuerzo, pero la recompensa se traduce no solo en una sonrisa bonita, sino también en unos dientes y encías en perfecto estado, algo que repercutirá de manera muy beneficiosa en la salud en general. No hay que olvidar que los problemas dentales pueden influir en patologías del sistema digestivo y cardiovascular, así como provocar molestias y dolores en el tercio superior del cuerpo.
Una correcta higiene y visitas regulares al dentista son pasos fundamentales para esa buena salud bucal. Pero, para asegurarse de que no se olvida nada, es importante incluir diez pasos en cualquier rutina relacionada con nuestros dientes y nuestra boca.
Rutina en diez pasos para una buena salud bucal
1. Un cepillo adecuado
Hay infinidad de cepillos: con distintas formas y tamaños, con cerdas de diferente dureza, específicos para ortodoncia, manuales o eléctricos, etc. El consejo es consultar con el dentista para elegir el más adecuado en cada caso. En líneas generales, se puede decir que los cepillos eléctricos facilitan la limpieza y que conviene evitar aquellos que sean muy duros, ya que se puede dañar el esmalte dental. Por supuesto, los niños deben usar siempre cepillos infantiles.
2. Una buena técnica
Tan importante como el cepillo es utilizar una buena técnica de cepillado, y hay varias. En caso de duda, en la consulta dental pueden explicar detenidamente cómo debe ser una buena rutina. De forma muy resumida: el cepillo debe colocarse en un ángulo de 45 grados en la unión del diente y la encía y moverlo de arriba hacia abajo o en horizontal, se deben repasar muy bien todas las superficies (incluidas encías) y dedicar a ello, al menos, dos minutos. En el siguiente vídeo, te mostramos cómo hacerlo:
3. La lengua también importa
Prestar atención a la lengua es también importante para una buena salud bucal, ya que en ella se acumulan grandes cantidades de bacterias. Para ello, se puede emplear un raspador diseñado específicamente para esta función, aunque también existen cepillos que lo llevan incorporado.
4. Un dentífrico adecuado
Al igual que ocurre con los cepillos, en el mercado hay infinidad de tipos de pastas de dientes: con flúor, para dientes sensibles, para encías delicadas, etc. Gustos aparte en lo que a sabores se refiere, también es este aspecto conviene que sea el dentista el que aconseje la más idónea para cada paciente.
5. La importancia del hilo dental
Aunque el cepillado sea realmente exhaustivo, es difícil que llegue a todos los rincones de la boca, sobre todo a esos puntos en los que unas piezas y otras están en contacto. Para evitar que la placa se acumule en ellos es imprescindible el uso de hilo, seda dental o cepillos interdentales. La técnica es sencilla, basta con moverlos por la superficie del diente y la base de la encía. Pero es importante cambiar de sección para cada pasada. También puedes aprender cómo hacerlo con el siguiente vídeo:
6. El irrigador: una alternativa
No todas las personas soportan bien el hilo dental, y en ocasiones es incómodo de usar (por ejemplo, con una ortodoncia). En esos casos, la alternativa es el uso de un irrigador dental. Es un pequeño aparato que lanza un chorro de agua a una presión que se puede regular y que permite limpiar esas zonas más complicadas a las que no llega el cepillo.
7. Enjuagues, sí o no
Un colutorio es un buen aliado para una correcta higiene dental. Pero hay que tener en cuenta dos aspectos esenciales: por un lado, que es un apoyo, nunca debe sustituir al cepillado; por otro, que no siempre es beneficioso usarlo a diario. Además, no todos los enjuagues se pueden emplear durante periodos prolongados de tiempo. De nuevo, la recomendación, es seguir el consejo del odontólogo.
8. Limpiar el cepillo de dientes
El cepillo también necesita algún que otro cuidado. En él también pueden proliferar bacterias, por ello, después de la limpieza de los dientes conviene dedicarle unos segundos para enjuagarlo muy bien. Después, mejor dejarlo secar al aire o con una funda que tenga buena ventilación. La humedad es un perfecto caldo de cultivo para los microorganismos. Por supuesto, ante cualquier síntoma de deterioro o cada tres meses, hay que cambiarlo.
9. Sin excepciones
Una buena salud bucal exige una rigurosa rutina de higiene dental. No sirven las excusas, es fundamental cepillarse los dientes después de las comidas, mucho más si estas tenían alimentos azucarados o ácidos. Cuando se come fuera de casa, lo ideal es llevar siempre encima un pequeño neceser con un cepillo y un tubo de pasta.
10. Visitar al dentista
Una buena higiene oral es muy importante para prevenir todo tipo de problemas dentales, pero también lo son las visitas periódicas al dentista. Es el profesional quien puede detectar y tratar de manera precoz cualquier tipo de patología oral para evitar que vaya a más.
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