El esmalte dental es la capa más externa y visible del diente, la que sirve de protección. De hecho, es el tejido más duro del cuerpo humano gracias a un mineral: la hidroxiapatita. Esta dureza lleva a muchas personas a pensar que es como un hueso, aunque nada más lejos de la realidad.
A pesar de su dureza, el esmalte dental también se deteriora, se desgasta, se puede fracturar y es sensible a la acción de las bacterias. Pero, a diferencia de otros tejidos del cuerpo, no está compuesto por células vivas, lo que significa que no se regenera. Por ello es tan importante cuidarlo.
Cuando ese revestimiento protector se deteriora, las capas interiores del diente (dentina y pulpa) quedan más expuestas. Esto significa que puede aparecer la sensibilidad dental, que se incrementa la posibilidad de sufrir caries e infecciones y que los dientes perderán su color natural o aparecerán manchas. Todos ellos son síntomas de que el esmalte dental está dañado.
¿Por qué se deteriora el esmalte dental?
Las causas que pueden hacer que se debilite ese escudo protector de nuestros dientes son muchas y de origen muy diferente. Una de las principales es la dieta. Los alimentos ácidos atacan directamente al esmalte, al igual que aquellos ricos en azúcares o carbohidratos. Estos últimos sirven de alimento a las bacterias presentes en la boca, que producen más ácidos en forma de deshecho.
Enemigos del esmalte dental son también ciertos medicamentos y el tabaco, así como una deficiente higiene oral. Y, a ellos se unen, trastornos como el bruxismo, la xerostomía (poca producción de saliva) o trastornos digestivos que generan reflujo y acidez.
Pautas para cuidar el esmalte
Cualquier daño en el esmalte dental es irreversible, de modo que es esencial evitar esos factores que puedan alterarlo y mejorar ciertos hábitos de vida:
- Cuidar la alimentación, evitado alimentos como los cítricos, el vino o el café, frutos rojos, vinagre o bebidas azucaradas, que alteran el esmalte o alimentan a las bacterias. También conviene evitar morder alimentos muy duros que puedan provocar fracturas dentales.
- Extremar la higiene: una adecuada higiene oral evita la acción nociva de las bacterias en nuestra boca, previniendo esas agresiones que alteran y dañan el esmalte dental. Cepillarse los dientes después de las comidas, emplear una pasta dental y también hilo o seda dental ayudarán a protegerlo.
- Visitar de forma regular al dentista: la pérdida de esmalte no siempre se aprecia en sus primeros estadios y, cuando lo hace, es porque el proceso de deterioro está avanzado. Tu odontólogo puede detectar esos primeros síntomas y aconsejar el tratamiento más adecuado para frenar el daño de la capa superficial del diente, así como pautas de higiene imprescindibles.
La prevención es fundamental para que el esmalte dental se mantenga en perfecto estado. Sin embargo, cuando el deterioro ha avanzado, hay tratamientos de restauración dental que permiten proteger esa capa externa del diente. De esta forma, se evita que el daño progrese y se pueda llegar a perder la pieza. Son tratamientos rápidos y muy eficaces, como las carillas dentales o la colocación de coronas.
Cuando el problema que amenaza el esmalte es el bruxismo, la solución más común es el uso de férulas de descarga. Y, si los dientes han perdido su color natural, los tratamientos de blanqueamiento dental consiguen rebajar varios tonos en poco tiempo.
En Carralero Clínica Dental Avanzada empleamos los mejores tratamientos y las técnicas más innovadoras y seguras para evitar que el esmalte dental siga deteriorándose.
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